miércoles, 4 de octubre de 2017

Seal Team. Reseña Tip of the Spear (1.01). Sin sorpresas, el héroe regresa a tiempo

 


Con retraso sobre el horario previsto aquí está mi reseña del episodio Piloto de Seal Team, la nueva serie de David Boreanaz. Lo cierto es que me había prometido que no la vería hasta que se estrenase en Fox España, pero… la curiosidad me pudo y el jueves 28 ya estaba viendo una mano ensangrentada restregándose sobre el pantalón de un uniforme, el rostro mojado y estupefacto de un soldado, el rostro de David Boreanaz.



Luego la imagen cambió y aunque la cámara volvió a centrarse una vez más en el rostro del hombre, ahora estaba vestido de civil. Sentado frente a una a psiquiatra, pero está claro que no va a darle ninguna oportunidad, es un hombre duro, y no es que no sea partidario de la psicoterapia, es que está allí porque su superior se lo ordenó. No tiene que decirle; sin embargo su mirada esquiva, la jactancia de su media sonrisa, el hecho de que  una y otra vez intente limpiarse en el muslo la imaginaria sangre de la mano  contradicen  la arrogancia de las palabras.



Háblame de Nate —le pide la doctora.
— Aunque quisiera no podría hablar de lo sucedido durante la operación. No creo que tenga acreditación— se escuda arrogante.



Pero se equivoca, la tiene y nos acredita a nosotros para conocer lo sucedido. Y la escena vuelve a cambiar, seremos testigos de la operación. De una operación por la que Jason Hayes y su equipo de Seals habían interceptado un barco cargado con mísiles e instalado las cargas para explosionarlos. Y entonces Nate, su compañero Nate le dijo que sería oportuno registrar la caja de caudales para buscar el manifiesto del barco y descubrir los nombres de los responsables. Él, Jason Hayes, aceptó la propuesta, el mando la aprobó y la por entonces tranquila y exitosa operación se volvió de repente peligrosa cuando  tres esquifes se les acercaron disparando.



Las estelas de las balas trazadoras, el bum bum de los disparos entrecruzados, los gritos de “vamos, vamos” se adueñan de la pantalla; y por si no fuera suficiente mientras Jason y Nate nadan hacia el fuera borda una banda sonora chirriante remarca la tensión.

Después de librarse de los enemigos y explosionar los misiles, uno de los hombres pregunta “¿De quién es esa sangre?” porque en el suelo los casquillos nadan en un charco de sangre. Y entonces, estupefacto Jason descubre a Nate con un tiro en el cuello. Esta muerto. Cuando lo suelte se mirará la mano ensangrentada e intentará limpiársela restregándola en la pernera del pantalón. El círculo que se abrió con la primera imagen se ha cerrado; pero no el drama.


Porque ese fin de semana se celebra la primera comunión del hijo de Nate, y allí están presentes todos los hombres del equipo y sus familias. Jason aparece feliz, exultante subiendo en brazos a su ahijado, felicitándolo. Precisamente cuando está hablando con su mujer, cuando nos enteramos que ya no vive en su casa, cuando la vemos pidiéndole que intente ir alguna vez por su casa, que su hija Emma tiene un recital y significa mucho para ella que acuda, y él le responde que lo intentará, suena el teléfono y los Seal y con ellos Jason abandonan la fiesta, parece, porque se vuelve a contemplar a su mujer después de despedirse, que le hubiera gustado decir algo más y sin embargo se marcha.  


No parece un mal comienzo para un procedimental de temática militar. Pero lo cierto es que durante la entrevista la doctora Kruger le ha avisado de que el hecho de que se niegue a hablar de la muerte de Nate es la manera más obvia de decir que de eso es precisamente de lo que tienen que hablar y una vez más Jason le ha contestado que a él lo único que le importa es que diga a sus superiores que acudió a la sesión.

E increíblemente porque Jason es un hombre en lucha consigo mismo, la doctora ha debido de hacerlo y en vez de seguir con la terapia, lo encontramos nuevamente liderando una misión encubierta. El procedimental vence al drama. Y lo que hasta ahora hemos visto, lo que Seal Team nos ha ofrecido en esos quince primeros minutos no es otra cosa que el anzuelo para atrapar a los fans de David Boreanaz (que para eso lo contrató). Porque hasta entonces Jason Hayes es básica e intencionadamente Booth, un Booth que se hubiese quedado demasiado tiempo en el ejército y no hubiera conocido a Temperance Brennan.


No será el único recordatorio de Booth, aún hay más guiños escondidos, pero lo cierto es que a partir de ese instante Jason Hayes es otro hombre, su rostro, su actitud cambian, ya no hay dudas ni espasmos. El uniforme es su armadura en la que esconde y oculta al hombre vulnerable de la camisa a cuadros y mientras planea y ejecuta su nueva misión, es un jefe experimentado, un hombre inteligente, el líder de su equipo, capaz de cambiar la misión con éxito cuando las circunstancias cambian, de calibrar los riesgos y las consecuencias, en fin, un hombre sin fisuras, confiable para sus subordinados y para sus jefes.


Se trata de capturar en Liberia a uno de los  dirigentes más escurridizos  y peligrosos del  ISIS, Abu Samir, un hombre al que la analista de la CIA, Mandy, que interpreta Jessica Paré quiere atrapar vivo para obtener información, está segura de que no se suicidará, de que preferirá vivir al martirio. Al parecer tiene motivos personales, hace unos años estuvo a punto de atraparle pero estaba con un activo en una cafetería y no quiso ponerlo en peligro. Le dio igual, lo atraparon y lo mataron.


Y mientras la preparan vamos conociendo a los miembros del equipo, Ray (Neil Brown Jr), el gran amigo de Jason, el único que le dice las verdades y que tiene a su mujer embarazadísima, Diaz, (Toni Trucks) la mujer encargada de los pertrechos que todo lo tiene a punto e incluso un traductor de las doscientas lenguas africanas, otro seal; precisamente un joven del que en el entrenamiento hemos visto como fallaba y al que  Jason no está dispuesto a llevarle pero… resulta que Clay Spenser (Max Thieriot) es hijo de un antiguo Seal que escribió un libro una vez retirado que no sentó muy bien en los círculos oficiales. Y Jason se deja convencer por Ray para que le permita ir en la misión, sobre todo para dejar claro que él no tiene nada contra su padre. Si un hombre ha sobrevivido a lo que ha hecho tiene que tener la libertad de poder hablar sobre ello, responde. Conocemos a Sonny (AJ Buckley), el encargado de Dita, la perra.



Sin embargo, en Liberia la misión sufre dos cambios, primero hay un incendio, los drones no pueden descubrir donde se encuentra Samir y Jason y el equipo, disfrazados de mujer, tienen que vigilar el lugar en tierra. Y segundo, durante  la vigilancia se topan con una rehén, una mujer rubia, trabajadora de una ONG y americana. La prioridad en principio cambia, ya no se trata de atrapar a Samir sino de liberar a la  prisionera. Aunque, Jason, una vez más tiene una idea, primero liberarán a la mujer, luego atraparán a Samir.


Y lo hacen, la liberan y Dita los guía por un túnel en busca del terrorista y ahí Clay Spenser, el novato, hace una de las suyas, incumple las ordenes de Jason de asegurar su retaguardia y llega a la sala donde Jason y Ray intentan que Samir no apreté el detonador del chaleco con explosivos que lleva puesto, quieren atraparle con vida; pero el chico sin mediar palabra le dispara y lo mata. Jason se enfurece, pero una vez más Ray le convence de que cualquiera al ver la situación en que se encontraban hubiera disparado. Y aunque Jason objeta que ellos estaban dentro de la sala y no dispararon, cuando su superior les pregunta si la misión fue limpia contesta que sí.



Al final, en el concierto,  porque llega a tiempo de ver cantar a su hija, se sienta solo, apartado de su mujer y cuando mira a su hija cantar en el escenario vuelve a restregarse la mano en el muslo en vano intento de limpiarse la inexistente sangre de Nate. Cuando se percata de lo que está haciendo cierra el puño y  lo aprieta bajo la mirada lejana de su esposa, ha tomado una decisión y sonríe a su hija. Se ha curado.


Cuando la CBS ordenó el Piloto de Seal Team era un proyecto que se centraría en las vidas de los Navy Seals “mientras entrenan, planean y ejecutan las misiones más peligrosas y de alto riesgo que nuestro país”: luego, cuando contrató a David Boreanaz el proyecto cambió,  interpretaría “al respetado y comprometido líder de su equipo de asalto que ha pasado por más de una decena de despliegues, con cicatrices por dentro y por fuera”. Y aún más cambió ante las críticas de los medios norteamericanos que les acusaban de ser una serie dirigida principalmente al electorado que había votado al presidente Trump. Por las declaraciones de los showrunners en la TCA la política no importaba, las acciones no importaban tanto como la repercusión que en la vida de los hombres tendrían.

No tengo nada contra las series de guerra. En su día me emocioné con Hermanos de Sangre, lloré y bailé con Playa de China, fascinada por el francotirador Dodger; me escandalicé con la violencia extrema de Pacífico, me asusté con la anarquía y el cinismo de Generación Kill y este verano me he aburrido con Six, de la que algunos dicen que Seal Team es un plagio, no lo es. Por lo visto Seal Team va a priorizar las acciones militares, el procedimental, la buena acción virtual de la semana. La trama de la vida de los hombres del equipo se serializará un poco, unas veces las de uno, otras las de otros. En estos dos primeros por supuesto la prioridad es el personaje de David Boreanaz. Si es así, se tratará de en un procedimental irrelevante más de la CBS. Una serie para ver de vez en cuando, esperemos que se centren más en los personajes.

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