domingo, 19 de marzo de 2017

Bones. Reseña The Radiactive Panters in the Party (12.10). De la pasión y los sueños rotos.


Me temo que The Radiactive Panters in the Party ha frustrado muchas expectativas, no sólo no ha habido Pasión, entendida como “Inclinación o preferencias muy vivas de alguien a otra persona” sino que además Booth y Brennan sólo han tenido una escena juntos en todo el episodio y lo nunca visto, no han colaborado directamente en la investigación del caso, el clamor contra los showrunners resuena en las redes.




A mí, en cambio, el episodio me ha gustado y me ha gustado mucho. Es una de esas pequeñas joyas que de vez en cuando te encuentras en Bones. En el que se han permitido, que para eso es la última temporada, rendir un homenaje a las películas gore; después de todo Bones también es un poco gore, y si no decidme cómo clasificar la escena en la que Cam arranca un trozo de carne chamuscado del antebrazo de la víctima y se lo entrega al doctor Hodgins que lo recibe con un dulce: Ven con papá, pequeño trozo de carne fresca”.



Y sí, en el episodio se habla de Pasión pero en otra de las acepciones del diccionario, “Apetito de algo o afición vehemente a ello”. Porque Brennan tiene dudas sobre sí misma. Está claro que la muerte de su padre la ha conmovido hasta los cimientos. No sabe exactamente lo que siente ni lo que deja de sentir, le pasó con Booth y le pasa con el trabajo. Busca respuestas. No es baladí como algunos piensan, sino una trama transcendental para el final de Bones.



Y también se habla de perdedores, de todos aquellos que sienten la pasión, el impulso de hacer algo que transforme su vida mediocre en su vida soñada y, o bien porque choca con los sueños de los otros o por su propia incapacidad, no lo consiguen, como la víctima, como todos los patéticos sospechosos de su asesinato, cómo Gordy que busca a la mujer de su vida, con la que salió un mes hace cuatro años, y  a quien le cae un cadáver encima  del parabrisas desde un paso elevado, como si fuera un  hijo de viuda, destrozándole el coche y de paso, rompiendo su sueño de amor.



El cadáver resulta ser el de Ronald Bergman y su historia es una de las más conmovedoras y descorazonadoras que nos ha ofrecido Bones. Porque Ronald era un perdedor que se soñaba Orson Wells. Un hombre vulgar,  un vendedor de colchones, cuarentón que saciaba su ansiedad consumiendo cigarrillo tras cigarrillo, un hombre que de niño sufrió una grave enfermedad que terminó marcándole de por vida, el rey de los Colchones del sudeste de Baltimore.


Ronald de repente experimentó una epifanía y decidió cambiar su vida. Abandonar los colchones y su seguridad y dirigir una película; pero no una película cualquiera, sino aquella que contase lo que mientras fue un niño enfermo se contaba así mismo, los sueños que le mantuvieron con vida. Que para hacerlos posible tenga que asociarse con otros perdedores con sueños por realizar contrapuestos a los suyos es la gran paradoja. Que terminen costándole la vida, una gran injusticia. ¿Qué de extraño que conmueva el corazón de Angela? ¿Qué de extraño que conmueva el nuestro aunque no estemos embarazadas como ella?

EL TIEMPO DE LAS MATEMÁTICAS


En fin, mejor será empezar por el principio, y el principio son Booth y Brennan caminando juntos hacia el diner discutiendo de… matemáticas. Brennan intenta explicarle a Booth científicamente la fuerza con la que el cadáver se estrelló contra el coche y él protesta, es demasiado temprano para las matemáticas. Brennan no lo acepta: Nunca es demasiado temprano para las matemáticas.

Cualquier cosa antes de las doce es demasiado pronto. Cualquier cosa después de las doce es demasiado tarde —contesta Booth.

Y Brennan literalmente, sin percatarse de que su marido se está quedando con ella, le asegura que ese margen es muy poco tiempo para las matemáticas, pero es que Booth no quiere matemáticas

Yo quiero matemáticas —insiste Brennan inocente.
Es demasiado temprano  —le responde Booth categórico.


Un diálogo como los de antaño. Que se interrumpe cuando descubren sentada en una mesa a la doctora Mayer. ¡Sorpresa! a pesar de que lleva una identificación del Jeffersonian no está trabajando en el caso. Ha colgado su bata del laboratorio. Una mañana se despertó y se dio cuenta de que la pasión había desaparecido y ahora trabaja en el departamento de Zoología estudiando a unas criaturas fascinantes… los perros de las praderas. Y parece feliz. Y es que cuando un partido se acaba se debe comenzar otro, les asegura metafóricamente la vieja doctora, dándole a Brennan algo en qué pensar.

WENDELL DESCENTRADO



A lo que contribuye sin duda también que cuando llega a la plataforma forense Wendell y Hodgins bromeen sobre el tema de la tesis del interno, “Hulk Bones,” le propone el doctor que en este episodio ha resultado ser una fan de las películas B de ciencia ficción. Y es que Wendell a pesar de sus siete años preparando el doctorado aún no ha encontrado el tema sobre el que hacerla.




Que Brennan le recuerde que ella escribió cinco porque en su entusiasmo por saber no podía decidirse por una, que esa es una de las decisiones más importantes de su carrera no tiene ahora mucho sentido, después de todo lo está preparando con ella. Pero la trama no está en función de Wendell sino en función de Brennan y sus dudas personales. Tenía que haber un interno que hubiese perdido su entusiasmo por la antropología forense, con quien ella pudiese compararse para darse cuenta de que ella aún lo mantiene. Como dice Brennan esa es la cuestión.

Y es una injusticia que sea de Wendell Bray de quien se cuente esta historia, todo lo malo le pasa a él, para mí que la culpa es de lo que ha estado mediatizando toda la temporada final, la agenda. La logística que diría Michael Peterson.


AUBREY AL MANDO



El descubrimiento por parte de Brennan de que la víctima no se había suicidado sino que estaba muerto antes de caer sobre el coche y de que había padecido una rara enfermedad infantil facilita su identificación por parte de Aubrey quien al ir a informar a Booth se lleva una sorpresa. Y no precisamente por encontrarlo ensayando su swing, sino porque le encarga la dirección del caso. Aubrey se alegra tanto que hasta pierde la perspectiva.



Entonces esto significa que yo soy tu jefe ahora —le dice a Booth equivocándose.
Escucha, Aubrey si te tienes que preguntar si eres mi jefe, es que no eres mi jefe —le responde Booth con una sonrisa.

EL SUEÑO DE RONALD…



Y al entrevistarse  con la antigua ayudante de Ronald descubren que el hombre había dejado su trabajo para cumplir su sueño, rodar una película. 




Sin embargo, cuando llegan al lugar del rodaje, que en nada se parece al que conoció Booth cuando estuvieron en el de The Bone of Contention — la película que sobre una novela de Brennan hicieron  en Hollywood (7.12)—, cuando se encuentran a unos tipos disfrazados con trajes de goma espuma de colores chillones persiguiendo a mujeres jóvenes en biquini que chillan mientras les arrancan los intestinos de pega, nos preguntamos cómo demonios pretendía ser Ronald el nuevo Orson Wells rodando una película gore de serie B. ¿Tan pringado era que no veía la diferencia?

… CONTRA EL SUEÑO DE “TINO”


La veía, aunque era un pringado porque para poder vender su película sobre un niño enfermo que se pierde en su imaginación fingiendo que su gato es una pantera gigante y su caja de arena una hermosa playa de Florida contrató a David Faustino, llámame Tino, el actor que interpretaba a Bud Bundy, el perezoso hijo adolescente de la serie Married with Children, interpretándose aquí así mismo como un patético actor en horas bajas por su tendencia a pelearse con los directores y a los incumplimientos de contrato. Faustino vio en Ronald la oportunidad de cumplir sus sueños y convertirse en el protagonista de una película de acción, Pamenther.




Genial y divertido en sus enfrentamientos con Aubrey, primero después de que  Angela y Hodgins descubriesen  viendo los diarios de la película, que tuvo una pelea con Ronald en la que le amenazó de muerte por el fallo de un truco… “¡Qué se le va a hacer, soy un hombre apasionado”, su excusa.




Y más divertido aún cuando las cosas se le complican, no sólo había herido a Ronald con su garra de pega, sino que había reescrito el guion de la película de tal manera que ya no quedaba nada del sueño de Ronald. Aubrey piensa que ante el desastre a la víctima no le quedaba más remedio que rendirse o luchar. Y luchó, aunque al final hicieron las paces.

¿Por qué no se lo contaste al agente Aubrey cuando hablaste con él? —le pregunta Booth.
¿Quién es Aubrey? —le pregunta a su vez Faustino.



—  ¿Bromeas? Yo soy Aubrey.




Y termina pidiéndole por favor al “Agente Andy” que todo quede entre ellos, después de todo hizo una audición para interpretarlo en The Bone of Contention”.

LAS DUDAS DE BRENNAN


A Brennan,  la conversación con la doctora Mayer le ha hecho pensar. Cuando se reúnen en su despacho, la vieja doctora está leyendo una de sus tesis inacabadas “Un estudio de la devolución de la especie humana”.  Brennan se divirtió mucho escribiéndola.

Su entusiasmo salta de la página —le reconoce la doctora Mayer.
De eso es lo que esperaba hablar contigo. ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes cuando has perdido la pasión por el trabajo? —le pregunta Brennan.



—  Si estás acostumbrado a que  baile electricidad a través de sus venas y de repente no está ahí, te das cuenta —le responde Mayer.



—¿Es posible no estar en sintonía con uno mismo y no darse cuenta de que la has perdido? —insiste. 

¿Está tan rota se siente tras la muerte de Max que ya no es capaz de saber lo que siente? Lo está.



Mayer le propone una sencilla prueba. Que piense en lo que hace en el Jeffersonian, que se centre en ello. ¿Cómo te sentirías si alguien te lo quitase? Pero Wendell entra y Brennan no responde a la pregunta, no hace falta, ya sabe la respuesta.



Sin embargo cuando Angela preocupada por ella pasa a despedirse, Brennan le pregunta si cree en la pasión en el lugar del trabajo. Por supuesto Angela sí cree, Hodgins y ella han retozado unas cuantas veces en la sala egipcia. Profesionalmente, le explicita Brennan.


Angela le asegura que amar lo que hacemos es importante pero no lo es todo. De hecho la mayoría de la gente no ama sus trabajos. Ni siquiera les gustan. Lo hacen porque tienen que hacerlo. Y si pudieran permitirse el lujo de dejarlo lo dejarían. Brennan acepta su explicación, ha descubierto que a la víctima la mataron golpeándole la cabeza repetidamente, que hubo mucha pasión en el crimen y tiene que informar a Aubrey.

Sé que te preocupas por mí, Angela, realmente estoy bien —le dice como despedida.


LIDERA, AUBREY, LIDERA


Le pide Booth cuando juntos van al set de la película, Radioactive Party Panthers de Fort Lauderdale, se titula, por cierto; aunque precisamente allí no le deja liderar mucho, es Booth quien lleva la iniciativa. Quien se lo pone difícil intentando dirigir en todo momento la investigación, diciéndole a quién tiene que interrogar y lo que es peor, cómo hacerlo.




— Sólo estoy tratando de ayudar —le responde cuando Aubrey se queja de su intromisión.



Él tiene su propio ritmo de trabajo, que no es precisamente el intuitivo y brillante de Booth, sino el lento y concienzudo que deja bolsas bajo los ojos. Las que se consiguen después de pasarse toda la noche cotejando el guion de la película, descubriendo que del que escribió Ronald el día que perdió la vida ya no quedaba nada, Faustino lo había destrozado.

El interrogatorio de Faustino, que reconoce a Booth como el pez gordo al que dirigirse fue una gran prueba.



Aquí el pez gordo soy yo —le enfrenta levantándose sobre sus pies para darse más énfasis.
Uh  sí —se burla FaustinoConozco a los peces gordos y tú no eres un pez gordo.



No lo es pero lo será, algún día, seguro conseguirá su sueño, ser senador de los Estados Unidos. En la buena dirección va. Ha hecho un buen trabajo.

Cuando en el laboratorio consiguen establecer que Ronald murió porque le empujaron del tejado de la tienda de colchones sabe cómo enfrentarse a la asesina, su antigua ayudante y hacerla confesar. Lo mató  cuando abrumado por el fracaso de su sueño le dijo que iba  a volver a su trabajo. Enrabietada porque la dejaba sin la posibilidad de hacer realidad el suyo, dirigir la tienda, le empujó y lo mató.  Así es la vida ¿no? “Una injusticia” que diría Calimero.





Y al final del día, cuando toman una copa  en el Founding Fathers le confiesa a Booth que sabía que estaba jugando con él.



¿Yo? Venga —protesta Booth. Aunque él también termina confesando. Lo hizo porque tenía que ver si agarraba el toro por los cuernos y hacerlo bien. Y lo hizo. Un buen trabajo.

 Y eso significa que va a convertirse en un Agente Especial de Supervisión. La oficina de Los Ángeles había preguntado por él y para mostrarles lo cualificado que estaba le dio el caso, le van a ofrecer el trabajo.



Aubrey está eufórico, nunca ha estado en Los Ángeles, dice y además ha oído que la pizza es muy mala.

¿Sabes qué? No deberías aceptarlo—le dice Booth bromeando.



Y ¿sabéis qué? Que tal vez no lo acepte, porque ¿qué será de su relación con Jessica? Lo veremos en el próximo episodio. Como también veremos en el próximo episodio si la injusticia que en The The Radiactive Panters in the Party se comete contra Wendell se concreta. Porque en el final…

BRENNAN LE PREGUNTA



— ¿Qué harías si no pudieras trabajar aquí? —la  pregunta que le hizo a ella la doctora Mayer, la que ha disipado sus dudas.

Uh, no sé, me volvería loco —responde Wendell




Pero no dejarías de respirar, ¿verdad? Yo no podría respirar si ya no hiciera esto —le confiesa. Brennan por fin vuelve a ser ella. El duelo por su padre ha terminado.

Wendell se da cuenta del porqué de la pregunta no es otro que su falta de concreción del tema de su tesis. Si no lo ha encontrado tal vez es porque no está en el campo de la antropología, le asegura Brennan.

A Wendell la sorpresa le deja lívido— ¿Qué dices? ¿Me despides?


No, no te despediré. Pero eres demasiado inteligente para desperdiciar tu vida haciendo algo en lo que no está tu corazón —le asegura Brennan.

Y la injusticia que comete el episodio con Wendell es que después de todo lo que ha sufrido por estar allí, por trabajar con ella le hacen decir que piensa que hay algo más grande fuera. La respuesta de Brennan no puede ser otra.




Tienes que ir tras ella mientras puedas.




Y nada cambiará entre ellos, seguirán siendo su familia. De hecho terminan discutiendo de la salsa putanesca que Brennan preparará para cuando vaya a su casa a ver el partido con Booth. Wendell llevará las cervezas.


Menuda sorpresa ¿verdad? Y yo no dejo de pensar que las dudas de Wendell acabarán la próxima semana, que Bones no puede ser tan injusta con mi interno favorito, que después de siete años no ha podido equivocarse de sueño. Que si Brennan finalmente se ha encontrado así misma, él también termine haciéndolo, tal vez sólo necesite una explosión para volver a centrarse. ¿Lo veremos?

Y aquí está el vídeo resumen del episodio:



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