lunes, 9 de noviembre de 2015

Reseña The Senator in the Street Sweeper (11.06). “Mister Aubrey va a Washington”


Como era de prever The Senator in the Street Sweeper tiene de todos los ingredientes necesarios para ser uno de los episodios preferidos por los fans. Una buena broma, la magia de Booth y Brennan, dos veces, no, perdón, tres veces, dos pichoncitos enamorándose, una víctima con conciencia, un hombre ambicioso pero con coraje, imitaciones de Bogar y James Cagney que dan pena y… a ¡Caroline Julian!Cherí”. Un “je ne sois quoi”,  un entrelazar naderías con el mismo goce que se entrelazan las lenguas en el beso, que te deja pidiendo más, pero más qué, ¿un televisor de cincuenta y seis pulgadas o un caballero con cinta métrica en ristre? Je ne sois quoi.



La relación de Booth y Brennan no ha sido fácil, chinas más grandes que el Everest han sembrado el camino de su amor, y posiblemente, por mor del conflicto dramático, no lo seguirá siendo por mucho tiempo, pero reconozco que me encantan estos episodios en los que disfrutan de una vida conyugal sana. Y vaya si la disfrutan por tres veces cumple Booth con el débito conyugal ¡¡¡Tres veces en una hora un cuarentón machacado!!! ¡¡Bien por Booth!! y sobre todo ¡¡Qué envidia, Brennan!!

Pero vayamos al principio. Y el principio no podía ser más irónico, en realidad una buena broma del guion. Una barredora destrozando los restos del cadáver de quien luego resultará ser el último político honrado en la ciudad. ¡Un político y honrado!, que por serlo termina entre los pelos de un cepillo industrial. ¡¡Hay que limpiar el servicio público de políticos corruptos, no de políticos honrados, por Dios!!
LA MAGIA DE BOOTH Y BRENNAN


La magia comienza cuando la cámara entra en el dormitorio de los Booth-Brennan, mucho ha tardado Booth en volver a insistir en lo de la televisión en el dormitorio conyugal, pero esa mañana sorprende a Brennan tomando medidas para instalar uno. Brennan le recuerda que según las estadísticas la mitad de las parejas que tienen uno ven reducida a la mitad su actividad sexual, Booth no se deja amedrentar, a él le gustan los deportes pero también su mujer y está dispuesto a conseguir un tiempo extra de intimidad entre ellos si compran la televisión.



Brennan que siempre está dispuesta para su amor (¿siempre?, ya veremos luego que no), quiere que se lo pruebe en ese mismo instante. Él, responsable se resiste, Cam los está esperando, hay un caso; pero tirándole de la corbata Brennan le da la respuesta científica adecuada y Booth ante la ciencia se rinde, si el sexo les hace más inteligentes para resolver el crimen, sexo tendrán. La cinta métrica será testigo.



Mientras en el Jeffersonian extraen pieza a pieza los restos de la víctima de las cerdas de la barredora, el cadáver no sólo ha sido destrizado por la máquina sino que previamente había sido descuartizado con un hacha y mordisqueado por un mapache. El caso puede convertirse en una “jodida” pesadilla cuando Cam descubre en la ropa de la víctima un pin que sólo pueden usar los senadores de los Estados Unidos; cuando de las evidencias coligen que la víctima es el senador por el estado de Virginia, Rick O´Malley, Cam llama a Booth.


Ante las complicaciones políticas, Caroline Julian no quiere que Brennan acuda a la casa del senador a notificar la muerte, es demasiado directa, le falta un je ne sois quoi, Brennan protesta, ella dice en cada momento lo que es necesario como esa misma mañana cuando negoció hábilmente el sexo con Booth,  “No sólo una vez, sino dos”, añade explícita y Caroline se queda con la boca abierta y los ojos como platos, tanto que sólo logra decir “Dios os bendiga, hijos”. Pero, increíblemente Brennan ha cometido un error y Booth la corrige, no han sido dos veces, sino tres. Caroline que ya se iba da un respingo al oírle, como yo. ¡Vaya con el cuarentón! Y eso que hace sólo cuatro semanas que salió del hospital después de una operación a vida o muerte. Magia.

LA INVESTIGACION DEL CASO


A la casa del senador se van Booth y Aubrey y de la conversación que mantienen en el coche se desprenden dos cosas, que Aubrey admiraba a la víctima: “Era un político diferente”, se preocupaba por sus electores, los mineros del carbón de Virginia cuyos puestos de trabajo peligraban con la nueva legislación sobre medio ambiente y que Aubrey, tiene un plan para dentro de unos diez años, será candidato.
Congresista Aubrey —le llama Booth con sorna.
Senador Aubrey —le responde, el chico apunta a lo más alto.


Pero sigamos con la investigación, me encanta la trama, es muy ingeniosa, hacen de la necesidad virtud, y un caso que implica a un senador de los Estados Unidos, que hubiera requerido de cuando menos la presencia del director del FBI, del de la Agencia Nacional de Seguridad y tal vez hasta el de la CIA se reduce a los términos presupuestarios de Bones con dos frases. La del interés personal del asesino que demuestra el ensañamiento y la insinuación de la viuda, cuando la interrogan en presencia del jefe de gabinete del fallecido, de que éste tenía una aventura amorosa con la senadora Winters, la líder del partido.



A partir de ese momento la investigación policial les lleva de sospechoso en sospechoso, de la esposa a la senadora con quien no tenía una aventura, sólo lo presionaba para que votase a favor de una nueva legislación que aumentaba el techo de deuda del gobierno, e incluía una enmienda sobre los vertidos de gases contaminantes del carbón que iba contra lo que el senador defendía, el mantenimiento de las minas de Virginia, el mantenimiento de los puestos de trabajo de los mineros. Winters quería que votase a favor aun en contra  de su conciencia, porque “Todos tenemos que hacer sacrificios por el partido”. De la senadora al muy enfadado jefe del lobby de los mineros, quien les dice que el senador aún no había decidido su voto.



Complicándose, cuando Aubrey descubre unos pagos mensuales, después de todo la víctima tal vez sí tenía una amante. Booth y Brennan acuden al restaurante dónde el senador fue visto por última vez abrazando a una mujer. Pero no, no es su amante, sino su hija ilegítima. Una muchacha tan decente como su padre que no quiso hacer pública su existencia por no ser piedra de escándalo. Les confirma que estaba preocupado por su voto a la nueva legislación, dividido entre su conciencia y las peticiones del partido, ella le recomendó que siguiese los dictados de su corazón, la última vez que lo vio entraba en su casa.



Mientras en el Jeffersonian, Jessica y Brennan analizan los restos de la víctima, las marcas en los huesos les llevan de un arma a otra, de los cortes del hacha a una punción que sugiere como arma el veneno, de la punción a un golpe en el cráneo con un objeto contundente. Tres heridas, tres armas diferentes, tres posibles asesinos, la esposa, diabética y en posesión de agujas del tamaño de la punción, la senadora Winters ex cirujana y con acceso al veneno, posiblemente la hija. Tres armas, tres mujeres, un senador muerto ¿quién lo mató? Todo se aclara cuando Brennan encuentra una marca en un hueso tintada de azul.

Pero antes de hablar de la resolución del caso hay que dejar claro que el verdadero protagonista del episodio es el agente Aubrey.



Porque con ser la magia de Booth y Brennan gratificante, aún llevando el peso de la investigación —la escena en el coche cuando van a visitar a la senadora Winters es divertidísima con Brennan preocupada por hacer las cosas bien, ante la recriminación de Caroline de que “no sabía hacer política”. ¿Qué pasa si digo algo que puede ser interpretado como ofensivo?, le pregunta a Booth. “Lo harás, cuento con ello”. Y a pesar de ello o tal vez por ello sigue cavilando como podría hacerlo mejor, si interpretando una variación sobre sí misma, siendo insolente o hablando con acento.


 “No hagas eso, sólo sé tú misma. Es lo que necesito”, le  pide Booth. “Vale, le responde decepcionada, Sólo digo que esto podía ser el comienzo de una gran amistad” y lo dice imitando la voz de Bogar en la escena final de Casablanca—. Con no tener desperdicio la entrevista misma con la senadora (con una Brennan realmente impertinente), el personaje con el que la trama del caso esta enredada no es otro que el agente James Aubrey.

LAS PRUEBAS DE JAMES AUBREY



Al principio de su aparición nos vendieron a Aubrey como un joven ambicioso con pretensiones de un futuro político, se han tomado su tiempo en desarrollar esa faceta, pero en The Senator in the Street Sweeper se olvidan de titubeos y nos presentan a un personaje complejo debatiéndose entre su bonhomía y su ambición.


Pero para llegar a entenderlo mejor procede retroceder un poco más, tanto como hasta 1939, cuando Frank Capra dirigió Mister Smith Go Washington, Caballero sin espada se tituló en España.  El protagonista es Jefferson Smith, un hombre bueno, idealista que llega a la política por accidente con la idea de que al servicio público se va con la obligación de defender los intereses de sus representados y no los de unos pocos ni de los grupos de presión, a los que terminará enfrentándose, constitución americana en mano, con un valor y un candor que terminará arrastrando a su lado a los políticos más corruptos. Bien, Mister Smith, es el ejemplo a seguir de Aubrey, él admira al senador O´Malley porque piensa antes en el interés de sus representados que en sí mismo. Aubrey quiere ser Jefferson Smith y en el episodio, en la trama, lo más interesante, en mi opinión, son las pruebas a las que lo someten para averiguar su calidad humana, si antepone sus sentimientos y la justicia a su ambición.



La primera prueba es Jessica, el pasado de Jessica, la cerebrito pelirroja con la que ha estado saliendo, no hay nada serio entre ellos, pero sí que al menos ella parece que ha empezado a hacer conjeturas sobre sus posibilidades como pareja, aunque nunca lo confesaría, ni siquiera así misma. Caroline le manda a investigar su pasado, para ver si está capacitada para trabajar o no en un caso de perfil tan alto. Aubrey lo hace y descubre a una Jessica muy diferente a la que conoce, activista política, grupie de banda, consumidora de drogas. La entrevista en que la interroga es genial por la interpretación de John Boyd y de Laura Spencer. Jessica no miente, no falsea su vida, lo pasado la ha llevado a ser la que es ¿terminará arruinando su futuro?


Y cuando se lo pregunta está nerviosa, temerosa de que las expectativas en las que no quería creer pero  que no había dejado de hacer se trunquen. Y más triste se pone cuando Aubrey guarda silencio, ¿está sopesando la respuesta? Tal vez. Estoy segura que Jessica esperaba oír que no, que lo que importaba era el futuro y no el pasado, una esperanza. Sin embargo lo que Aubrey responde es que está pensando en cómo decírselo a Caroline.

¿Podrías no contárselo? —le sugiere y mujer inteligente se defiende con un buen ataque— ¿Eres tú el mismo niño que vio cómo se llevaban a su padre a la cárcel?



No lo es, lo confiesa, pero aún sigue indeciso, porque lo siguiente que le pide es si podían olvidar la conversación. No lo sé, responde Jessica. ¿Tú puedes?
Aubrey no responde, agacha la cabeza y suspira, tiene mucho que dilucidar antes de tomar una decisión. ¡Pobre Jessica, la incertidumbre se cierne sobre ella! Sin embargo cuando Caroline le pregunta directamente, Aubrey le responde que Jessica tiene algunos esqueletos en el armario, después de todo es antropóloga forense. Bien, por el chico.



La segunda prueba es con mucho la más importante porque afecta a su sentido de la justicia. Cuando con Booth se dirige a la casa del senador con una orden de registro, Booth tiene con él una de sus caridades. Le pide que le deje hablar a él, si quiere entrar en política debe tener cuidado con lo que dice. Sin embargo cuando llegan a la casa se encuentran a la esposa y a la líder del partido preparándose para una rueda de prensa. No tiene que ver con la investigación, dicen ante las protestas de Aubrey, se trata de algo peculiar de la democracia  norteamericana. Cuando un senador muere sin haber culminado su mandato, el gobernador del estado puede, invocando el mandato de la viuda, nombrarla para reemplazarle.

Y entonces Aubrey, respondiendo al imperativo de la justicia, se opone, el nombramiento es un posible móvil del asesinato, dice, olvidando su plan a diez años vista, olvidando la recomendación de Booth insiste, él es ahora Jefferson Smith y tiene preguntas tanto para la viuda como para la líder del partido “Siéntese, senadora”, le ordena.


Brennan y su descubrimiento de la causa de la muerte vienen en su ayuda, la marca tintada de azul estaba cerca de una arteria por lo que el senador se desangró, si se suma a las anteriores marcas el instinto le dice que no son tres armas distintas las que le mataron, sino una sola y verdadera: El estado de Virginia, en realidad la estatuilla con el perfil del estado realizada en carbón petrificado. Dado el contorno y la fuerza ejercida, el asesino debió herirse en la mano y la herida estará tintada de azul, le cuenta a Booth por teléfono.



Y no, no es ninguna de las dos mujeres la asesina, sino el Morales, el jefe del gabinete del senador quien pone reticencias a mostrar sus manos a Booth porque tiene una herida tintada de azul. Su excusa, la conciencia, la bonhomía del senador que le confesó que votaría en contra del partido lo que pondría en peligro su futuro. Sabía lo del mandato de la viuda, así que si lo mataba no tendrían problemas, porque entre otras cosas él y la viuda tenían un lío.

Seguro que la líder del partido ha tomado nota de que la intervención de Aubrey le ha evitado el mayor de los ridículos al partido. Aubrey vuelve a tener un plan a diez años vista.

LAS CELEBRACIONES POST 
RESOLUCIÓN DEL CASO

Sin embargo cuando se reúne con Jessica para cenar dice que no le importa la política, que un político, cualquier político es igual de malo que el siguiente. Jessica le dice que él no piensa eso y ella tampoco, porque “Por cada gilipollas que hay por ahí, también hay alguien como tú, y mientras estés cerca, sé que hay alguien cuidando de este país y de mí.”


No sé vosotros pero a mí me parece una hermosa declaración de amor, aunque ninguno de los dos lo reconocerá como tal. No son perfectos, aún no, aún les queda mucho camino que recorrer y ninguno es consciente de las miradas tiernas con las que el otro lo mira, la felicidad que les llena el corazón ante las promesas que las palabras dichas, y las no dichas, presagian.

Y ya está, eso es todo. Aubrey y Jessica tienen una aventura por delante. Pero el episodio que empezó con la magia de Booth y Brennan, con la magia de Brennan y Booth acaba.



Ahora la sorpresa es para Booth, Brennan le lleva con los ojos tapados hasta la cama, lo sienta y cuando le quita la venda, ale hop, un televisor de cincuenta y seis pulgadas preside el tocador. Booth entusiasmado le agradece la compra, pero no, Brennan lo ha alquilado, es un experimento. Si su nivel de intimidad cae por debajo de cierto límite la televisión será devuelta. El límite por supuesto lo marcará ella, aunque está segura de que Booth estará a la altura del desafío. 


Él se hace ilusiones, a pesar del día agotador que ha tenido, a pesar de la sesión matutina, aún está dispuesto para más sexo, pero… para nuestra sorpresa y la suya Brennan, esta noche dice no, quiere ver las noticias, dan una entrevista suya hablando del caso.



Y entonces inician una pelea en broma por el control del mando a distancia, pelea que acabará sin duda alguna agotándolos, que batan o no la marca de la mañana tal vez tenga más que ver con la ausencia de puerta y paredes del dormitorio que con sus propias fuerzas.

Lo dicho, disfrutable, muy disfrutable.



P.P. Ni los vídeos ni los gifs, salvo el de Jessica y Aubrey son míos, los he cogido de Twitter, el crédito es para sus autores de los que desconozco los nombres, salvo el de Vimeo que es de Susan Meewesen. Gracias.

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