lunes, 13 de abril de 2015

Bones. Reseña The Baker in the Bits (10.13) Camino de Perdición.


No pretendo enmendarle la plana a los encargados de la programación de Fox pero no entiendo por qué The Baker in the Bits no se emitió el 26 de marzo, el día en que Bones regresó después del largo y demoledor hiato; dadas sus tramas nada lo impedía, y otra otra hubiera sido, en mi opinión, la reacción del público y de los fans. Visto como terminó Bones el 2014, perjudicada por la escasa interacción entre Booth y Brennan, la una por su embarazo, el otro por la preparación del 200, los fans, los seguidores de de la serie necesitaban un episodio que les pusieran de nuevo en el camino, no un episodio, dos episodios que fueran más de lo que ya habían visto como The Psychic in the Soup y The Teachers in the Books (dos episodios que aún estaban bajo la sombra del agujero negro de The 200th in the 10th). Porque The Baker in the Bits es, en mi opinión, un episodio oscuro, sí, pero introductorio del final de la temporada y quién sabe si de Bones.

Y aunque no es tan bueno como lo fue en su día The Ghost in the Killer (9.1) (otro episodio introductorio, en este caso del final de la novena temporada),  a pesar de estar escrito por Jonathan Collier, el jefe de los guionistas de Bones, muestra claramente una intención, una dirección hacía algo más importante y dramático que está por venir y que afecta al camino emocional que está recorriendo Booth, que tendrá que recorrer hasta su "epico colapso" que tuiteaba el otro día David Boreanaz. Pero esto es adelantarme demasiado. Lo mejor será empezar por el caso de la semana, porque hacía mucho tiempo que ninguno afectaba tan de cerca a la relación de Booth y Brennan.


LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Quien recorre primero un camino que  le lleva directo a la perdición es Connor Freeman. El hombre con el corazón a punto de reventar, sin aliento, sangrando por un brazo huye perseguido por otro que empuña un cuchillo. En la huida de repente encuentra una valla, la salta, cae, se recupera, vuelve a saltar otra más y de que se da cuenta se encuentra solo, su perseguidor se ha detenido. Al fin seguro, le grita ¡Jodete!, no va a atraparle. Es cierto, no lo va a hacer, pero Connor ha recorrido los últimos metros de su camino. Cuando está tomando aliento se oye un grito. “Despejado” y Connor estalla en mil pedazos. Ciego de desesperación no se había percatado de que se había refugiado en un lugar preparado para la demolición.

Cuando Connor, los restos de Connor llegan a la plataforma forense del Jeffersonian el equipo comienza a hacerle justicia. La primera Angela, quien consigue darle un nombre gracias al tatuaje que llevaba en un brazo, tatuaje que Cam descubre que habían intentado quitárselo, cortárselo. Era un ex recluso, había pasado cinco años en la cárcel por un intento de homicidio durante un robo. Booth y Aubrey (una gran actuación la de John Boyd en todo el episodio), también comienzan a hacérsela a su manera, averiguando por las huellas de las pisadas la huida de Connor, la persecución. 


Conocido el nombre, Aubrey, cumpliendo diligente órdenes de Booth se persona en el domicilio donde encuentra a la novia de la víctima, quien no había denuciado su desaparición por no causarle problemas con su agente de la condicional, y averigua que Connor trabajaba en una panadería regentada por por Roger Flender (Jason Gray-Stanford), la sorpresa se la lleva Brennan cuando, ya en el obrador, se percata de que todos los trabajadores lucen tatuajes carcelarios. Flender se lo explica, son ex reclusos, incluido su asistente Alex Rockwell (Gabriel Salvador). 


Flender, un hombre aparentemente bondadoso, que  lo pasó muy mal cuando era niño y su padre estuvo en la cárcel, ha dedicado su vida a darle una segunda oportunidad a esos hombres, a abrirles un camino de reinserción que les libre a ellos y a sus familias de lo que él tuvo que sufrir, confía en ellos y ellos confían en él. Booth aprueba esa actitud, él cree en las segundas oportunidades. Según les cuentan otros trabajadores, ante el escepticismo de Brennan, un escepticismo que cuando revisa los cuchillos se vuelve ciertamente hiriente, Connor se mantenía limpio, era un buen hombre y un gran trabajador que luchaba para salir adelante. Tal vez alguien de su pasado, alguien a quién ofendió se ha vengado.

Connor estuvo en la cárcel porque  en el robo a una tienda en el que participó una de las empleadas recibió un disparo que la ha dejado imposibilitada, a pesar de que quien hizo el disparo declaró a favor de Connor, el hermano de la víctima no lo perdonaba y le vigilaba. Confrontado con Aubrey en la sala de interrogatorios  le insiste en que Connor no era trigo limpio, que estaba metido en problemas. Arastoo y Cam, cada uno por su lado descubren el secreto, a Connor le habían inyectado un opiáceo y aún así corrió y corrió al menos durante treinta minutos y Cam encuentra en su cuerpo resto de las drogas que tomaba. Por eso la inyección de su perseguidor no le había hecho efecto. Un nuevo interrogatorio a la novia y Saltz (Sam Sarpong), otro de los empleados de la panadería, les lleva a la confirmación de que Connor no se había reformado, al contrario, se drogaba, estaba planeando un nuevo robo para pagarse el vicio..


Por cierto, antes de que se me olvide, Angela y Hodgins tienen una pequeña escena cargadísima de significado, de un juguetón significado que no se refiere a la página 187 sino a una brida, a la imaginación que tiene el buen doctor en la cama, pero a la que su mujer (quién la ha visto y quien la ve) no va a volver a darle una oportunidad, la próxima vez, ella le atará a él. Y quien de verdad estuvo atado fue Connor. Angela pretende reconstruir hacia atrás el camino de su huida, intentar encontrar el lugar dónde estuvo secuestrado.


Y por supuesto lo encuentra con la ayuda inestimable del rey del laboratorio, y allí se presentan Booth y Aubrey para descubrir lo que resulta ser la siniestra guarida de un asesino en serie, tres cadáveres quemados, restos de sangre por doquier y colgados de una cuerda, secándose, trozos de piel con tatuajes. Alguien se la tiene jurada a los exconvictos. Salvo que, salvo que uno de los muertos resulta ser un sacerdote para quien Alex Rockwell hacía de monaguillo en su infancia. 

Finalmente el equipo logra conectar todos los cadáveres con el pasado de Alex, el asistente de Flender. Booth le pide ayuda para detenerle, Flender se opone, nunca le delataría, todos sus trabajadores dejarían de confiar en él. Pero fuera como fuere el caso es que sí le delata, y avisa a Booth cuando Alex va a huir. Ante la presencia de los agentes, éste se apodera de Flender y Booth se ve obligado a dispararle en el hombre para retenerle. Y Alex Rockwell inicia su camino de perdición, su camino hacia el corredor de la muerte.

¿Ha recibido justicia Connor? ¿En verdad han detenido a su asesino? ¿Ha cometido un error Brennan al analizar las pruebas? Pues parece que habrá que esperar para averiguarlo porque la historia continuará.

CAMILLE AMA A ARASTOO


Otro protagonista del episodio que inicia el que puede ser su particular camino de perdición es Arastoo Vaziri, el interno persa, y por ende la doctora Camille Saroyan, su novia. Cuando comienza el episodio, Arastoo tiene malas noticias, su hermano, el único de la familia que reside en Irán, tiene cáncer terminal. Arastoo está decidido a regresar a su país. Si su hermano está a punto de morir su deber es estar a su lado. Cam no lo entiende, temerosa de los riesgos que pueda correr si regresa al país de donde tuvo que exiliarse.

Y sabéis qué, que por primera vez me he creído su historia de amor. Tal vez porque por primera vez Arastoo ha sido el maduro, el responsable y Cam  la mujer enamorada que aún a sabiendas de que no hace bien se muestra egoísta, temerosa de perder a su hombre. Y remueve a amigos y estudia tratamientos con tal de convencer a Arastoo para que no se vaya. Hasta pide consejo a Booth, su gran amigo. Su respuesta no puede ser  más que la que es. Es duro dar la espalda a la familia. Y además si Arastoo ha sobrevivido en el laboratorio a Brennan los iraníes no podrán con él.


Lo cierto es que en la emocionante escena final los dos amantes ante la inminente despedida se reconcilian. Aunque Cam no puede dejar de preguntarle si en algún momento ha pensado en ella, en cómo se sentiría si no regresase y Arastoo, sincero le responde que ha intentado no hacerlo. No quiere elegir entre las personas que ama. Cree que todo saldrá bien, que regresará, después de todo, el régimen ya no es el que era (hasta han llegado a un acuerdo con Estados Unidos sobre la producción de uranio) y gente de buena voluntad hay en todas partes. Un beso en la despedida nos recuerda que esta trama también tendrá continuidad.

HABLEMOS DE BOOTH


Es hora de hablar de Booth. También de Brennan, pero principalmente de Booth. Porque es él quien en este episodio ha dejado patente algo que ya apuntara en The Teacher in the Books, que su tristeza no era coyuntural, que algo, remordimientos, amargura, culpa o dolor le está minando por dentro, que está recorriendo, solo, los primeros pasos de un camino que lo lleva directo a, a él también, a la perdición. Ya sé, ya sé que se llama estrés post traumático, pero me resisto a utilizar ahora, que todavía nadie lo ha hecho oficial, ese palabro. La primera escena de la pareja en su casa es bien explícita.



Booth buscando desesperado en el cubo de la basura una foto de Brennan y Christine, Brennan no lo entiende, si ha perdido la foto que imprima otra. Pero no, tiene que ser precisamente esa. Porque esa le ayudó a pasar los malos momentos en prisión. Brennan le ayuda y la encuentra dentro de un bote de helado. Booth se lo agradece, él la ha buscado precisamente allí y no la ha encontrado, y entonces Brennan va y le dice una de sus cosas, que ella tiene experiencia como arqueóloga, en buscar en la basura de las viejas civilizaciones y le cuenta una historia sobre un hueso de Cromagnon y un montón de heces que a Booth claramente no le interesa. El teléfono suena, ha aparecido un cadáver.


El caso remueve viejos recuerdos en Booth, la cárcel, los tres meses que estuvo dentro están todo el tiempo presentes. Lo están en cada una de las conversaciones de la pareja. La discusión en el coche cuando van camino de la panadería, que continua en el diner está centrada en la posibilidad o no de redención de un hombre equivocado. Booth piensa que en la cárcel puede haber algunos hombres buenos, él los encontró, hombres que hacen lo posible para no volver. Brennan, en cambio, no lo cree posible, las estadísticas lo demuestran y un claro ejemplo es la víctima, sus tatuajes confirman que en prisión se alió con elementos violentos que una vez en la calle pudieron vengarse. Booth entiende que está culpando a la víctima de su muerte. “No le juzgues tan rápido” le pide, porque en prisión hay que hacer lo que sea, lo necesario para seguir vivo. Por supuesto Brennan lo niega, Ella no juzga, sólo mira las pruebas. La reacción de Booth es la que es. Miradla detenidamente.


No es la primera vez en estos diez años en que a Booth la racionalidad de Brennan le hace daño, pero antes su optimismo impenitente, su inmenso amor por ella le hacía olvidarlo de inmediato. En The Baker in the Bits, lo que queda bien patente es que eso no está pasando, que cada proposición racional de Brennan le hiere. Booth es un hombre con una visión moral de la vida, para él lo que importan son la bondad o la maldad de los motivos de las personas; la de Brennan es racional, sólo importan las pruebas. No es nuevo, ellos se saben diferentes y se sentían orgullosos de a pesar de todo funcionar. Pero lo que estamos viendo en este episodio es que Booth, que en toda discusión, gustosamente cede siempre la última palabra y la victoria a Brennan, aunque lo sigue haciendo, se le ve sin fuerzas para superar la frustración que la derrota le provoca. Es como si cada una de las razones de Brennan, de sus evidencias fueran espinas que se le clavaran en el corazón, de ahí la amargura de su mirada. 


 Booth tiene fe en la redención de las personas, cómo no va a tenerla si él es una prueba evidente de ella. Si no existe esa posibilidad en los otros tampoco existirá para él, parece pensar. Estuvo en la cárcel y era inocente, sí, pero no es suficiente, él tiene mucho porque pagar, ha matado a demasiada gente, una visión muy católica por cierto. Y aunque había superado su pasado, aunque Sweets le había confirmado que él era un buen hombre que sentía dolor por lo hecho y aún así había sabido crearse una nueva vida; ahora, ahora ya no siente dentro de sí esa certeza, hay muchos fantasmas rondando por su cabeza, el hombre al que mató con sus propias manos, la muerte de Sweets, la vulnerabilidad de su familia, los meses en la cárcel y ahora Connor, el fracaso de Alex…, demasiados fantasmas. Y aunque le dice a Flender después de haber disparado a Rockwell que sólo se puede intentar, (ayudar a la gente) su mirada dice que el consuelo que le ofrece no lo siente en su corazón. “Permíteme, señor, consolar antes que ser consolado”, decía la oración que se escuchaba en el funeral de Cleo Eller en el episodio Piloto. ¿Quién consolará a Booth?



Y cuando va a recoger a Brennan en el Jeffersonian, Booth reconoce que ella tenía razón, que alguna gente pierde la bondad que toda persona dispone y nada se puede hacer por ellas. A Brennan haber tenido razón no la hace feliz. Y cuando le pregunta si está bien, para mí que Booth le miente cuando le contesta, tras un gran suspiro y dejarse caer derrotado, como si le hubieran pegado una paliza en el sillón, que está estupendamente, sólo que no le gusta disparar. Que Brennan le reconozca que eso se debe a su bondad no parece consolarle.


Este es el nuevo Booth, muy lejos del agente del FBI, sexy y cañero, del hombre alegre, siempre dispuesto a disfrutar de la vida que hemos admirado durante nueve años. No hay mucha esperanza en su mirada, no parece un hombre que desee juguetear con su mujer, comerle a mordiscos la boca. Está hundido,  su creencia en la bondad de la gente se ha desvelado equivocada, un fracaso más que añadir a su memorial de agravios. 

Y esta es la nueva dinámica que a mitad de la que puede ser la última temporada de Bones nos propone Stephen Nathan, tan alejada de la que estábamos acostumbrados. Tan oscura. Parte de los fans no la aceptan, y no creo que sea porque sólo quieran ver a Booth y a Brennan jugueteando, sino porque después del hiato que habían, habíamos sufrido esperaban, esperábamos divertirnos, emocionarnos con Booth y Brennan, no sufrir con ellos. Pero esto es lo que hay.

Y sabéis qué, yo me quedo, no con la fe ciega de quién cree que de la mano de "dios" nada malo puede venir, sino con espíritu crítico, con curiosidad por ver como este "dolor" me será recompensado. Será duro asistir al desmoronamiento de Booth, pero BONES ES BONES, lo superarán, lo superaremos, como han superado tantas cosas. Y cuando lo hagan volverán a ser indestructibles y entonces sí, entonces, nos dirán adiós, Bones pasará a ser materia de estudio de los antropólogos culturales, y nosotros, algún día, podremos decir, orgullosas, que hemos asistido, que hemos sido parte, de la más hermosa historia de amor jamás contada.

#YoMeQuedo ¿Qué decís? ¿Os quedáis también?

No hay comentarios:

Publicar un comentario