martes, 15 de octubre de 2013

BONES. RESEÑA "THE LADY ON THE LIST"


Jamás se me habría ocurrido hacer una lista de deseos, pero después de ver el episodio "The Lady on the List", he hecho una con diecisiete, no cien, ni diez, ni mucho menos, uno. Diecisiete. Impar y negro. Que todos los episodios que quedan de la novena temporada de Bones sean tan interesantes, sorprendentes, divertidos y emocionantes como han resultado ser los cinco que hasta ahora hemos visto. 

Porque el episodio de hoy, que podría considerarse de transición entre el climax provocado por el de la muerte de Pelant y el de la próxima boda, ha sido interesante y ha tenido un montón de momentos divertidos y emocionantes. 

Empezando por el principio, Brennan y Booth colgados de un arnés frente a una pared de roca examinan un cádaver y hablan de los preparativos de la boda. Brennan pregunta: "¿Cuándo les vamos a contar a todos lo de nuestra boda? "Cuando lo tengamos todo planeado", contesta Booth. Y tiene razón, toda la razón del mundo. Es su boda y sólo a ellos les toca decidir como van a celebrarla, si Booth quiere que en el menú sirvan perritos calientes con gabardina, pues perritos calientes tendrán. De ello se encargará Brennan.


"Cuando se pierde el miedo, la vida se abre en toda su grandeza", No, no creo que eso lo pensaran los productores de Bones cuando planificaron la novena temporada. Es una cita de Charlie McCord, la víctima del caso; con palabras tan "inspiradoras" este buen hombre, a punto de morir por un cáncer terminal, ha conseguido hacerse millonario. Muy profundo, como dice Booth, socarrón, mientras mira con Brennan uno de los vídeos que se pueden descargar por dos dólares desde su página web.

Previamente el doctor Oliver Wells, el interno sabelotodo y vanidoso ha dictaminado que ha sido asesinado, Brennan coincide y recibe la felicitación del alumno. Divertido personaje, un hombre que se considera tan inteligente que no conoce a nadie que le pueda resultar interesante, un capullo, que nunca lo reconocerá a pesar de la lista de los deseos de Angela. Tan superior a los demás que por no tener un sólo amigo termina charlando con un programa de ordenador, VAL. Sus salidas de tono, sus patochadas han sido realmente graciosas. Cam y Brennan, cada una por su cuenta han terminado poniéndolo en su sitio.


Lo mismo que Booth hace con VAL, el programa de ordenador, que lo mismo te dice cuál es la lección más importante de Jesucristo, que te hace el perfil del asesino. El doctor Sweets, cuya excedencia ha resultado ser unas minivacaciones, se siente celoso, atacado porque el gobierno pretenda sustituirlo por un programa virtual que ha costado más de tres millones de dólares mientras que a él no le suben el sueldo.Como era de razón las predicciones del programa son paparruchas psicológicas dice el doctor, citando a la antigua Brennan, el caso es que a la hora de descubrir al culpable el programa se equivoca y el doctor acierta. Uno a cero a favor del doctor. Pero Booth con buen criterio acaba con la competición. El ordenador es despedido.

Vaya, ya se ha cogido una excedencia mi capacidad de síntesis. El caso, la cabeza de Charlie McCord, la víctima, estaba destrozada (Cam le ha arrancado el rostro, nada asqueroso) un hermoso halcón se ha estado alimentando de sus restos. Un testigo que ha hecho muy feliz al doctor Hodgins quien ha visto cumplido uno de los deseos de su lista, ver regurgitar a un halcón. Angela, la verdad, no ha entendido el deseo, pero para eso están las esposas ¿no? para no dar demasiada importancia a los deseos de los maridos.


Angela ha estado hoy genial con Wells y sobre todo con Brennan. Entre ellas ha habido la conversación pendiente sobre el comportamiento previo de Booth. "Es un buen hombre" dice Brennan explicándole la imposición de Pelant. Angela se arrepiente de no haber confiado en él y Brennan le reconoce que por un tiempo ella también dudó. Creo que no es a Brennan a quién Angela debe una disculpa sino a Booth. Brennan, herida, olvidó lo que ella y Booth habían vivido juntos, lo que sabía de él, en cuanto lo recordó volvió a confiar; en cambio, Angela, sólo hacía leña del árbol caído.

Luego Brennan le ha pedido que sea su "matrona de honor", Angela, por supuesto, la corrige "Dama de honor", pero no, está casada, es una matrona, que se crea salvaje es cuestión suya. Como su dama va a tener poco trabajo, al menos con el vestido, la doctora hacía mucho tiempo que lo había elegido. Porque ahora lo sabemos, de niña, Brennan era como todas las niñas, puede que más inteligente, pero niña. Y como tal se soñó vestida de novia, y no sólo se soñó sino que a pesar de todos los avatares de su vida guardó una fotografía con el vestido de sus sueños. Angela conseguirá que para el día de su boda el vestido esté a punto. Un vestido precioso, por cierto.


Con tanta emoción me he olvidado del caso. El caso, ya he dicho que un buen hombre, un director de instituto ha sido asesinado. Ante la eminencia de su muerte y convirtiéndose en su propia inspiración, decide cumplir su lista de deseos. Dos dejó sin cumplir, uno era escalar, el intentar cumplirlo facilitó su muerte; el otro, reparar la situación de una mujer, antigua contable del instituto, a la que su denuncia por robo, cierta, la llevó a la cárcel y perdió a sus hijos. Este deseo fue en realidad el que lo mató. ¿Sospechosos? Los habituales, la esposa, una buena mujer enamorada que creía en la generosidad y grandeza de su hombre; un campeón de artes marciales que pasaba por allí y recibió un puñetazo de la víctima, el amigo que le ayudó a montar la página web y grababa los vídeos, y por supuesto la antigua contable.


VAL, el programa que pretende sustituir al doctor Sweets y si alguien le pone ruedas también a Booth, asegura que ésta última tiene un 86 por ciento de probabilidades de ser la culpable. Es lógico, a los programadores les faltó explicarle el principio de incertidumbre o en otras palabras que las personas cambian; la contable había tenido una epifanía y era una buena persona, pero el programa no lo había previsto. Al final, al asesino lo descubre Brennan dejando sin palabras al doctor Wells. Siempre es al final, claro, pero en este caso, además, era imposible descubrirlo antes como espectador ya que las pistas más importantes las ha regurgitado el halcón a última hora. Las razones del asesino: la codicia y la envidia. 


La escena final entre Booth y Brennan es emocionante y divertida, están haciendo su lista de los deseos. La voz en off de la víctima dice:: 
"Apreciad el tiempo que tengáis, porque cada día es un regalo, una bendición. Lo importante es como tratas a tu familia, a tus amigos, como perdonas y como amas. La lista de los deseos es interminable porque cada día descubres cosas nuevas." 
Cuando Booth descubre que Brennan no ha escrito nada en su lista, ella dice que no desea nada, que es feliz, tiene un trabajo que le gusta, una bonita casa, una hija sana e inteligente y va a casarse con el hombre que ama. Y Booth responde:
"Si yo fuera tú y me tuviera a mí tampoco escribiría nada en una lista. Pero mírate..."
Y ese "mírate" trae ecos del pasado, de otros "mírate", de cuando Brennan no creía ni en el amor ni en la felicidad. Viejos tiempos. Hay que ver cuánto hemos cambiado.


Y para los fans de Bones, la semana que viene se emite el episodio "The Woman in White", la boda. ¿Habéis pensado ya que les vais a regalar? 


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