domingo, 16 de diciembre de 2012

AHORA SÍ, BONES IS BACK



Es cierto, por fin, el lunes 24 de septiembre, Bones ha vuelto.

Y no, no me equivoco. Ya sé que el primer episodio de la temporada se estrenó el 17 de septiembre, que se titulaba El Futuro en el Pasado y que lo escribieron ni más ni menos que el creador de la serie, su santidad, Hart Hanson y su mano derecha, el productor ejecutivo, Stephen Nathan; pero ese episodio lo tendré por no visto. Uno de los peores, si no el peor, de la serie, un engendro, con peluca rubia y sin pies.

 Ya en su día me confesé abiertamente, aquí adicta a Bones. Y no me avergüenzo, ahora me toca confesar que esta última semana me borré de AdictosaBonesAnonimos, ya no tenía sentido seguir los doce pasos para desintoxicarme. Hart Hanson me había curado en los cuarenta y dos minutos que duró El Futuro en el Pasado.

Incluso, Mariencita, mi niña, mi “attention whore” particular, la que se burla de mi pasión por los hombres de protuberancia frontal prominente, y mira Bones con la superioridad de quien se sabe fan de la mejor serie de la historia, se apiadó de mí cuando terminó el engendro y para consolarme me pidió, cómo cuando era niña, que le contara un cuento.




No pude evitarlo y comencé con aquello de “Erase una vez una racionalista empírica, más dura e insensible que un diamante del yacimiento recientemente descubierto en Siberia, que un día, mientras daba de comer a sus mascotas favoritas, unos escarabajos coloradotes, recibió la visita de un hombre con protuberancia frontal prominente y apófisis cromial perfecta que poco a poco, con infinita paciencia y amor, le fue devolviendo su ductilidad de hembra mamífera, y una noche de duelo y dolor, sin premeditación la convirtió en la mujer perfecta… que nunca sería.

Claro, que para entonces, Mariencita ya se había dormido y si sigo por ahí también vosotros.

A lo que íbamos. El engendro. Bones no es una serie perfecta, ni sus fans la queremos así, ya nos hemos acostumbrado a los fallos de edición, de dirección y hasta de casting. Lo único que es perfecto como dijo en su día su santidad son los cadáveres. Y lo son de verdad. Al del episodio de estreno no podemos reprocharle nada. Se le convocó para cubrir una misión  y eficientemente la cubrió. De los demás…

De los demás… mejor no callar.


De vez en cuando a su santidad le entran ansias de grandeza, sueña que es el showrunner de una serie de éxito que escribe una serie de éxito y zas, cuando se despierta va y mete en Bones a un asesino en serie. Y, claro, lo que en Mentes Criminales sale  bien, en Bones resulta bochornoso.

La séptima temporada se cerró en mayo con el episodio “El cambio en el juego”, en el  que el  asesino en serie, Pelant, genio informático por más señas, logra  inculpar a la doctora Brennan en el asesinato de un amigo suyo, un genio matemático que se encontraba encerrado en una institución mental (¿no os recuerda a alguien cuyo apellido empieza por Z?) La doctora para evitar ser encarcelada, ayudada por su papá Max, un ex prófugo del FBI, pasa a la clandestinidad con su hijita Christine abandonado a su pareja por 14 capítulos y compañero durante 140, el agente del FBI Seeley Booth.



Espectacular final que dado la naturaleza de la serie todos sabíamos que a nada obligaba, porque Hart Hanson y Stephen Nathan declararon que, desde el primer capítulo la doctora vería limpio su nombre y reanudaría su labor en el Jeffersonian. Pero había expectación, la había, por cómo sería el reencuentro con Booth, (al parecer los propios actores le habían pedido ir más allá en dichas escenas), por cómo lograrían librarla del lío en qué la habían metido, en qué se habían metido.

Y por fin llegó el estreno. Y la expectación resultó un bluff. Y el episodio tan torpe y chapucero que temí que pasara factura a toda la temporada. Todo por intentar dar una solución fácil a lo que devenía imposible en un solo episodio, por mantener en las bases al asesino Pelant  (3 episodios más esta temporada, dios que pereza), por preparar el terreno al nuevo interés sentimental de la doctora Sorayan, por… En fin demasiados objetivos para un hombre demasiado ocupado.



Y es que su santidad no es, como el doctor Zackary Addy (el siempre añorado, por los fans, Zack) un hombre multitarea. Lo ha demostrado repetidamente aunque nadie, ni siquiera él, parece haberse dado cuenta. De las siete temporadas de Bones para la mayoría de los fans la favorita es  la séptima. Precisamente en la que HH cedió el control a SN, y se notó. Menos episodios y mejor hechos y, aunque los casos criminales siguieron sin valer mucho, al menos, en la séptima, los fallos de dirección, producción y edición no fueron tan descarados, y por ejemplo, no vimos en ningún episodio a DB hurgándose la boca, ni leyendo el texto.


Pero claro su santidad es el jefe supremo y se reservó para sí el episodio de apertura, con decir que lo único perfecto fue la actuación de la pequeña Christine, ya está todo dicho. ¿Exagero? Bueno, tal vez, pero considero que lo perpetrado por su santidad en El futuro en el Pasado supuso una falta de respeto a aquella parte de la audiencia que piensa que los personajes se crean con una personalidad e intereses y a ellos deben responder sus acciones y que entre secuencia y secuencia debe haber coherencia y unidad de acción.

Y, repito, HH no es un hombre multitarea, y sin embargo tiene muchas…

En 2007, firmó un contrato con la Fox,  de ocho cifras, según The Hollywood Reporter, por el que se comprometió a desarrollar otras series para la cadena. Aquel año hizo Mentiras y promesas un piloto basado en los libros de Harlan Coben, que la cadena no aceptó. En 2010, desarrolló otra, que en una jugada un poco estúpida, vendieron como spinoff de Bones, y claro la audiencia no tragó, sobre todo los fans de Bones temerosos de que si triunfaba la nueva, cancelaban la vieja, y The Finder fracasó. Pero Hart Hanson no.


En 2012 HH ha vuelto a firmar un contrato, ahora con la CBS y con la intervención de la Fox, (las cadenas americanas, al igual que los partidos políticos españoles, cuando sus intereses están en juego van de la mano), y está desarrollando Backstrom, una serie basada en los libros del escritor noruego Leif GWPersson. Para ambientarse Hanson y señora han pasado las vacaciones de verano en Noruega, así que,con la mente puesta en los bosques del Norte y en los arenques del desayuno, qué de extrañar tiene que se liase con los códigos informáticos, los muertos y los asesinos.

Mientras a las fans les demos a DB sin camiseta, seguirán contentas, debió pensar. Y así no le importó que a la racionalista empírica se le torciera el gesto cuando le entregaron una flor que, decían, significaba pena y dolor; que el genio asesinado encriptase, antes de su muerte, el código que su asesino iba a utilizar para acusar a la doctora; que el genio informático (mira que abundan los genios) acudiese a una cita en un cementerio de la que no se pudo enterar, por ningún medio, que se iba a celebrar; ¡ah! y ésta, que no se me olvide ésta, es genial, que la doctora dijese que ama los crímenes cuando se ha pasado toda la serie diciendo que a ella le gustaría volver a la ciencia pura, y otra, otra… la escena de la lavadora…, la doctora con albornoz y pantalones… Mejor no sigo.

Pero… Llegó el lunes 24 y Hart Hanson volvió a sus tareas y a sus arenques. Michael Peterson se encargó de traer de vuelta a Bones en todo su esplendor. Michael es uno de los veteranos de la sala de escritores, ahora que se han ido Karine Rosenthal y Karla Kettner; ha escrito guiones para Bones desde la cuarta temporada, así que se conoce bien la serie, los personajes y sus reacciones. Y desde la primera escena del episodio The Partners in the Divorce, la de los sin techos, lo logra. Divertida y macabra. Cuando la vi respiré tranquila. Mariencita se fue de mani y yo me quedé disfrutando de mis viejos amigos del Jeffersonian. De todos, incluido el conspirador, pero sobre todo:


De Booth, “el hombre tranquilo”, que se descubre de nuevo menospreciado y sufre, se traga su orgullo y su miedo y corre tras la mujer que ama porque sabe que sin ella sólo habrá vacío. De Brennan, la mujer inteligente, que se sabe un genio, racional y egoísta, la que no puede aceptar que, a pesar de su inteligencia, su felicidad depende de otras personas, la que después de tres meses lejos del hombre tranquilo se ha vuelto a esconder tras su cerebro.

Y al final, en la última escena, como manda la tradición de Bones, el hombre tranquilo hace su hechizo, la mira a los ojos  y le explica a la racionalista empírica como son las cosas de la vida. Y le costará, porque de eso va la serie, pero poco a poco, el diamante en bruto volverá a recobrar su ductilidad y durante el proceso las locas fans nos seguiremos inyectando ciencia y romanticismo en vena (a partes iguales, eso sí).

Así que ahora sí, por fin, con una semana de retraso sobre el horario previsto. Bones is back.

P.P Una pregunta, ¿cuánto les pagan los productores de Bones a los periodistas y bloggeros que vieron antes de su estreno El futuro en el pasado y dijeron que era el mejor episodio de la serie? ¿Alguien lo sabe?










1 comentario:

  1. No entiendo porque le tienes tanta manía a El Futuro en el Pasado, Marien, no está tan mal, a mí y a muchas otras Boneheads nos gusta. Reconoce que le tienes manía a Hart Hanso.

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