lunes, 6 de julio de 2015

Bones. Reseña del episodio "The man in the fallout shelter" (1.09)



Por Elizabeth Rettig:

Recuerdo que tenía 12 años cuando empecé a ver Bones. Eran mediados de enero del 2007, apenas pasando mi cumpleaños. Había visto anteriormente un pedazo de “Aliens in a spaceship”, un capítulo muy querido y recordado por los fans de la veterana serie, pero en ese momento no lograba entender una palabra de lo que decían aquellos personajes en la pantalla. Y no, no era por la barrera del idioma, sino porque suele pasar cuando ves un episodio de una serie algo adelantado del principio. Sin embargo, aunque solamente vi unos cuantos minutos de dicho capítulo, hubo algo en él que captó mi atención. Fue entonces que me decidí a ver la serie desde su inicio, sin saber exactamente qué fue lo que me inspiró a hacerlo. Quizás fue una señal del destino, aunque seguramente la Dra. Brennan no aprobaría dicho juicio mío. Lo que haya sido, lo agradezco eternamente.

Cuando comencé a ver el piloto de Bones, al cabo de 10 minutos ya había captado la premisa del programa: auxiliándose con tecnología de punta y con la colaboración de un competente grupo de científicos del Instituto Jeffersonian, Temperance Brennan, una brillante antropóloga forense con poco tacto y Seeley Booth, un afable y trabajador agente del FBI forman equipo para resolver los casos más peculiares de asesinato jamás vistos, atrapar al malo y salvar el día. Todo esto rodeado de una atmósfera de tensión sexual entre ambos personajes cuyas diferentes personalidades chocan de manera constante. Una trama bastante simple; algo choteada[i], pero efectiva. Debo aceptar que no me encantó aquel primer capítulo de la serie, emitido un ya lejano 13 de septiembre del 2005. El piloto me dejó con la idea de que algo faltaba, incompleta, pero aún así la serie prometía y me decidí a seguir adelante. Eventualmente me gustaron bastante "The man in the SUV" y "The boy in a tree", y el buen ritmo de los siguientes capítulos "The man in the bear", "The boy in a bush", "The man in the wall", "The man on death row" y "The girl in the fridge" terminó por engancharme al programa. Sin embargo, existe otro capítulo al cual yo atribuyo el mérito de haberme convertido en una verdadera Bonehead. ¿Su nombre? “The man in the fallout shelter”.



¿Qué es lo que lo hace tan especial? Bueno, para empezar, se trata de un capítulo “temático”, lo cual lo hace diferente a los demás por definición. Se encuentra ambientado en la Nochebuena del 2005, con el equipo del Jeffersonian preparándose a su manera para tan especial evento. Angela, tan entusiasta y fiestera como siempre, intenta persuadir a la Dra. Brennan para que la acompañe a la fiesta navideña del museo, y así impida que se emborrache para que no se fotocopie el trasero; Zack, sumamente concentrado construyendo un robot para lo que parece ser una competencia de ingenieros, sufre porque el aparato no sigue las órdenes exactas que le da y las confunde, aunque como bien menciona Hodgins, es igual a su creador. Un día bastante tranquilo, sin ningún caso que altere los planes navideños del grupo. Todo hasta que Booth llega a medio día con un cuerpo recién encontrado, una nueva investigación que los pone en marcha de inmediato.



Cuando Brennan observa las fotografías del cadáver, inmediatamente concluye que no es un suicidio. Al examinar el cuerpo descubre dos boletos de ida a París entre sus pertenencias. Le pide a Zack que limpie los huesos para encontrar más evidencias y a Hodgins que busque esporas entre las ropas, pero cuando el antiguo alumno de Brennan se dispone a cortar un pedazo de hueso (aplicando el protocolo de manera correcta) Hodgins se quita su máscara protectora por un instante para darle un trago a su bebida. Su desobediencia termina costándoles caro, pues al momento de empezar a cortar la sierra el hueso se libera en el ambiente un patógeno llamado “Coccidioidomicosis”, o Fiebre del Valle. Es probable que Hodgins haya inhalado las esporas por no estar utilizando la máscara, y también pudo haber contagiado a sus compañeros al exhalar en el ambiente. Debido a esto, se ven forzados a permanecer en cuarentena hasta que se les realicen los análisis pertinentes. Booth, desesperado por esta situación, amenaza con dispararles a Zack y a Hodgins si el problema no se resuelve de manera satisfactoria. Es así como Brennan y Zack destinan sus fuerzas a continuar con la examinación del cadáver.

El personaje de Zack nunca ha sido de mi agrado. Sé que hay fans que lo tienen en un pedestal, pero a mí jamás me simpatizó. Por el contrario, siempre sentí una tremenda indiferencia por él. Sin embargo, eso no me impide ver el cambio que fue sufriendo a lo largo de las tres temporadas que estuvo en la serie. Zack era un chico que no podía sentirse ajeno a las víctimas por más que Brennan lo reprendiera (para prueba de ello el pesar que sintió cuando el caso de Charlie Sanders, el primer niño asesinado en Bones). Brennan lo hacía con la intención de “curtirlo”, para que no se involucrara con las víctimas y eventualmente se volviera mejor en su trabajo. Esa no fue la única ocasión en la que Brennan animó a Zack a esconder sus sentimientos con respecto a su trabajo (de hecho, en “The man in the fallout shelter” también ocurre cuando Zack empieza a hacer conjeturas sobre la víctima al encontrar un anillo de bodas de mujer y lo vincula con los dos boletos a París, y Brennan lo reprende diciéndole que no es asunto suyo preocuparse por ese tipo de detalles, y que no haga especulaciones sobre la víctima). Pero bueno, el cambio de personalidad de Zack es harina de otro costal.


Siguiendo con el capítulo, a los miembros del equipo les es suministrado un coctel antimicótico con la intención de contrarrestar los efectos tempranos de la enfermedad, en caso de que se hayan contagiado. La frustración de tener que pasar Navidad en cuarentena provoca que comiencen a echarse la culpa entre ellos, parecido al número musical “Your Fault” de “Into the Woods”, de Stephen Sondheim. Angela tacha a Hodgins de ser el culpable, y él hace lo mismo al recordarle que fue ella quien lo invitó a la fiesta en la que bebió de más. Angela también culpa a Zack por cortar el hueso con Hodgins presente en estado de ebriedad. Zack, a su vez, se le va encima a Booth por haberles llevado el cuerpo un día antes de Navidad sabiendo que Brennan no iba a poder resistirse. Brennan también tiene algo que decir, y le reclama al Dr. Goodman que de haber estado en Nigeria como ella quería, nada de eso hubiera pasado. Su pequeña disputa es interrumpida por uno de los especialistas, quien les advierte de los efectos secundarios de la inyección (fiebre, náusea, vómito y, en algunos casos, alucinaciones).

Cuando se disponen a dormir, tenemos la oportunidad de escuchar cómo se sienten los personajes con respecto a la Navidad. Hodgins da la impresión de no tener familia, al expresar su deseo de ir a Quebec y encerrarse en una cabaña con una masajista Francesa. Zack, por el contrario, cuenta con familia de sobra, y le habla a Hodgins de una tradición importante con sus hermanos. El Dr. Goodman habla de su familia y de cómo es el espíritu navideño en persona. Booth, por otra parte, revela que tiene un hijo de 4 años a quien no ve tanto como quisiera debido a la mala relación que tiene con la madre del niño, sin embargo pasan juntos todas las mañanas de Navidad. Angela pide ayuda a Brennan para organizar una pequeña fiesta navideña y un intercambio, pero Brennan prefiere dedicarse a resolver el asesinato. A la mañana siguiente, Angela les comunica a los demás su intención de realizar el intercambio. Todos aceptan su propuesta con entusiasmo, y comienzan a buscar cosas para fabricar los regalos.

Mientras tanto, Booth y el Dr. Goodman se dedican a examinar las pertenencias de la víctima y concluyen que era un hombre ordenado y pulcro, pero sin un solo peso. También encuentran cartas escritas por una mujer, y aprenden el nombre del difunto: Lionel. Booth utiliza un dato en la ropa de Lionel para intentar rastrear sus últimos movimientos, y llama a una sastrería en Washington. Gracias a su llamada descubren que su apellido era Little, y que iba a ir por una camisa de casamiento, pero que nunca apareció.


En la noche, todos se encuentran cenando comida china y discutiendo sus posturas religiosas. De Booth ya sabemos de sus intensas creencias. Brennan se encarga de dejar muy en claro su ateísmo, del cual ya se había hecho mención anteriormente. Zack afirma ser un empirista de pies a cabeza excepto en presencia de su madre, ante la cual es luterano. Angela se declara creyente, al menos durante Pascua y Navidad. Y aunque Hodgins crea que la religión institucionalizada solamente sirve para mantener sometida a la gente, ni siquiera él puede negar que Dios lo ama. En ese momento, les notifican que sus familiares han llegado a visitarlos. Yo nunca he sido de las personas que lloran con cualquier cosa que pasa en las películas o en las series. De hecho, es bastante difícil que me salgan las lágrimas. Con Bones he llorado en dos ocasiones solamente: cuando la boda de Booth y Brennan (quien no, la verdad), y en la escena que sucede a continuación en “The man in the fallout shelter”.



No sé si sea por la canción (Tori Amos hace una interpretación de “Have Yourself a Merry Little Christmas” que le llega a los huesos a cualquiera), por el dolor que han de sentir los personajes al estar tan cerca de sus seres queridos y no poder tocarlos, por el hecho de que Brennan los contemple interactuando con ellos cuando no tiene a nadie que la visite, o por todas las opciones anteriores. Se nota que el momento que Booth, Angela, Hodgins, el Dr. Goodman y Zack tienen para pasar con aquellos que quieren es breve, pero cada uno lo vive intensamente. ¿A quién no le parte el alma ver al pequeño Parker del otro lado de la puerta de cristal, apoyando su manita contra la de Booth? ¿O Angela interactuando con su famoso padre? ¿O Zack riéndose de las ocurrencias de su numerosa familia, mientras Brennan lo ve a la distancia? Una escena tan maravillosamente bien realizada, que transmite tanta emoción a la audiencia definitivamente se encuentra en mi lista personal de escenas favoritas de la serie.


En la siguiente escena, aprendemos algo fundamental sobre el personaje de Brennan, y el motivo por el cual se muestra tan apática hacia las fiestas navideñas. Cuando tenía 15 años, sus padres desaparecieron en la víspera de Navidad sin dejar rastro, abandonándolos a ella y a su hermano mayor, Russ. Unos días después, Russ se fue a trabajar al otro lado del país y Brennan terminó en el sistema de familias sustitutas, el famoso Foster Care System. Por primera vez (de muchas que le siguieron) en la serie  tenemos la oportunidad de conocer otra faceta de la Dra. Brennan, cuando entre lágrimas le cuenta a Angela su historia familiar. La mujer fría e indiferente se muestra vulnerable y sensible de manera sorpresiva, y su dolor es tan evidente (gracias a la siempre maravillosa interpretación de Emily Deschanel, en mi opinión una de las actrices más subestimadas de toda la televisión americana).

Durante el resto del capítulo, el equipo se dispone a resolver el aparente asesinato de Lionel Little, a quien Booth apoda “Careful” Lionel (el “cuidadoso” Lionel) por la precaución excesiva que parecía tener por todo. Poco a poco descubren que Lionel fue asesinado por un sujeto llamado Gil Atkins para poder robarle su valiosa colección de monedas, y que tenía una relación secreta (incluso, clandestina) con una mujer afroamericana, de cuya única pista tienen el nombre: Ivy Gillespie. Brennan se da a la tarea de buscarla, pensando que a ella le hubiera gustado que alguien le diera noticias de sus padres por muy dolorosas que fueran. Después de buscarla toda la noche, por fin da con su nieta y le notifica que tiene noticias importantes que compartirles.



Ya es Navidad, y mientras Brennan examina algunas de las pertenencias de Lionel los demás realizan su intercambio. Brennan descubre que, pese a que Atkins asesinó a Lionel y se llevó consigo su colección, jamás supo de la existencia de una moneda de un centavo de cobre, fabricada en 1943 de la que actualmente solo existen 12 ejemplares con un valor aproximado de 100,000 dólares, la cual quedó guardada en el bolsillo de la víctima durante años. En ese momento, el Dr. Goodman les notifica que los resultados de sus análisis están listos. Afortunadamente, ninguno de ellos fue contagiado de Fiebre del Valle y están autorizados a irse. Todos corren hacia la salida para reunirse con sus seres queridos menos Brennan, quien no tiene a nadie. Sin embargo, antes de que Booth se vaya, ella le pide que le desee una feliz Navidad a su hijo de su parte.

En el momento en el que Brennan ya se encuentra sola, aparece Ivy Gillespie del brazo de su nieta. La anciana mujer le relata a Brennan que después de la desaparición de Lionel, en 1960, dio a luz a la hija de ambos, quien murió ocho años atrás. Ivy no parece muy convencida con la noticia de que Lionel fue asesinado, hasta que Brennan le enseña los boletos a París. Ahí es cuando Ivy cree finalmente en sus palabras, y confiesa que ella pensaba que él la había abandonado. En un acto de gentileza, Brennan le regala el valioso centavo de cobre a la nieta de Lionel para que pueda asistir a la universidad.

Brennan va a buscar a Booth para contarle lo sucedido, y conoce a su hijo Parker. Quién diría que terminaría teniendo una relación tan buena con aquel niñito de cabello rubio, y que eventualmente sería parte de su familia…



Para finalizar el capítulo, Brennan regresa a su oficina en el Jeffersonian y toma la decisión de abrir los últimos regalos de Navidad de sus padres, aquellos que su hermano encontró en su cuarto después de que los hubieran abandonado. Brennan, entre lágrimas (y yo también, para ser honesta), abre las cajas envueltas y contempla con una sonrisa los presentes, pero la cámara no nos los muestra y nos vemos forzados a respetar su privacidad.

Nunca he sido fan de las series procedimentales por una sencilla razón: todas son, en esencia, la misma cosa. Pueden estar cargadas de acción y misterio, pero a mí siempre me han parecido sosas y sin chiste por tratarse siempre de lo mismo. Entonces, ¿qué es lo que hace a Bones tan diferente que fue capaz de cautivarme no solo a mí, sino a miles de personas alrededor del mundo que tampoco se consideran fans de dicho género?

Si hay algo que ha caracterizado a Bones en sus casi 10 años de existencia es su maravillosa habilidad para abordar un tema tan delicado como es la muerte con el toque perfecto de humor y corazón. No por nada alguna vez leí por ahí que se le describía como “a crime procedural with heart”, y vaya que el calificativo le queda como anillo al dedo. Las buenas historias tienen buenos escritores, aquellos que son capaces de guiarnos exitosamente a través del más aburrido y reciclado relato jamás visto por la humanidad (no es el caso de Bones pero sí de otras series, películas y libros). Los escritores de Bones, de quienes los fans conocemos nombre y apellido, son extraordinarios contadores de historias. Su talento para mantenernos interesados en la historia de Temperance Brennan a través de 10 largos años, para lograr que nos involucremos en su relación con Seeley Booth a tal grado de locura que podemos mantener conversaciones kilométricas con completos desconocidos del otro lado del mundo… eso es lo que hace a esta serie tan maravillosa. Cierto, puede no tener los premios, la promoción o la popularidad de Game of Thrones, The Big Bang Theory, Modern Family, Scandal, etc., pero no los necesita, porque nosotros como “boneheads” sabemos que lo que realmente importa es otra cosa.
Y eso, nadie nos lo va a quitar nunca.




[i] Dícese de algo que ya está muy visto, escuchado, comentado, utilizado, que puede resultar en la pérdida de interés por parte del público.

No hay comentarios:

Publicar un comentario