miércoles, 17 de abril de 2013

BONES. THE PARTY IN THE PANTS. LAS FIESTAS Y LAS BODAS



Antes de empezar:

1.- Si todos los progenitores de la especie humana se hubieran comportado como los de Booth y Brennan la humanidad se hubiera extinguido con Caín y Abel.

2.- Si fuera Michael Peterson y Keith Foglesong, guionistas del episodio, me sentiría orgulloso y al mismo tiempo defraudado. Orgulloso del trabajo hecho y defraudado por la parcialidad con la que ha sido juzgado. 

Sentadas estas dos premisas, vayámonos de fiesta. Sólo una cuenta, fue al final y no tuvo nada que ver con pantalones. 

Una de las cosas buenas que tiene Bones son los títulos de los episodios. Totalmente descriptivos, así ha sido hasta ahora. Los Socios en el Divorcio, El Fantasma en la Máquina. El Futuro en el Pasado nos avisaban de lo que  iban a contar. The Party in the Pants me ha engañado. El título, la nota de prensa de Fox, las promociones y los spoilers me habían llevado a pensar que estaríamos ante el episodio divertido de la temporada, una fiesta simpática y chispeante. Y lo cierto es que nadie ha mentido, no del todo. Pero tampoco es del todo cierto. No hubo risas, sino sonrisas y si hubo chispas lo fueron de emoción. Porque ante todo The Party in the Pants es un episodio conmovedor.


Y no,  lo siento, Michael, lo siento, Keith, la fiesta no comienza con el manejo torpe de una pala retroexcavadora por un novato, el método que ideasteis para que el invitado de honor del programa hiciera su aparición, el cadáver; tampoco el episodio. En realidad comienza cuando al entrar Booth en su despacho una señora que está sentada esperándole dice:
"— El doctor Sweets me dijo que te esperara aquí.
Y entonces Booth se vuelve, la mira, el rostro se le demuda, traga saliva y dice:— Mamá."


Sí ahí comienza la fiesta. La que se da David Boreanaz interpretando al Booth niño. Porque ese es precisamente lo más conmovedor del episodio. Como Booth, el caballero sin espada que Bones ha regalado a las fans, de esos que no te encuentras por la calle, de los que tampoco encontró Diógenes, el del tonel, cuando lo buscaba farol en mano por las calles de Atenas, el hombre recio, integro, generoso, sensible, vulnerable, sexy, divertido, un poco tacaño, un poco tozudo, a veces cuadriculado, (si no tuviera algunos defectillos sería decididamente insoportable, pero ¿quién los quiere perfectos?), se convierte ante nuestros ojos en un niño.

"— No estoy segura de que me reconocerías ¿cuánto ha sido, 25 años? —pregunta la madre.
— Guau. Esto es increíble —contesta un Booth incrédulo (sí, al diálogo, como al episodio, se le pueden poner algunos “Peros”, pero no hoy).
— Lo sé.
— Y han sido 24 años, no 25 —le aclara Booth.
— Supongo que debería empezar disculpándome.
— No, no necesito que te disculpes. Sé lo que tuviste que pasar. Me alegro de que estés aquí.
—Pero debería haber intentado ponerme en contacto contigo. Habían pasado tantos años y tu abuelo ejercía de padre y pensé que probablemente me odiabas.
— No te odiaba, mamá. Te he echado de menos."
Y en pantalla vemos el rostro conocido de Booth, pero al mismo tiempo vemos al niño que fue. El niño maltratado, abandonado, que en esos primeros momentos de sorpresa, sólo es capaz de expresar la alegría que le produce encontrar a su madre, como si aún tuviera ocho, diez años y sin querer se hubieran separado o como el niño que tiene una pesadilla y se despierta con la madre al lado ofreciéndole un vaso de agua para calmar el miedo. El niño que ha contado, él sí, uno a uno los 24 años de abandono. Ansiedad, ternura y alegría, una tremenda alegría. Eso nos lo muestra David Boreanaz, con una interpretación conmovedora.


Y no es que David Boreanaz sea uno de esos actores que parece dejarse la vida en el papel; desde luego no es un actor de "el metodo", su escuela no fue el Actors Studio, al que pertenecieran gente como Marlon Brando, o Mongomery Clift. Confía demasiado en su apófisis acromial perfecta, en su nariz romana y en su mandíbula poderosa. Claro que tampoco las vivencias del personaje le han exigido hasta ahora grandes dramatizaciones. Y sin embargo en este episodio lo borda.




Porque no sólo se trata de mostrarnos al niño al niño feliz, orgulloso de que su madre se envanezca de él, de lo que ha conseguido, de su casa, su mujer y su hija; el que le asegura a Brennan que está bien cuando la doctora, directa, como siempre, le dice a la madre que debió ser difícil para ella huir abandonando a sus hijos, sino también al niño herido, al celoso que descubre que su madre no sólo ha rehecho su vida lejos de él, sino que ha sido la madre de otros. Al hombre traicionado al que le piden, después de veinticuatro años de abandono que la lleve al altar, y que siente que los baluartes en los que ha cimentado su vida se derrumban porque no puede perdonar tanta traición. Al hombre enfadado que escucha en silencio y no acepta explicación alguna, el que no es capaz de percibir la valentía que supone el regreso para una mujer durante tanto tiempo cobarde.
 "Me hizo falta mucho valor para venir aquí, porque quería darte un poco de la felicidad que sentía, pero parece que lo único que te he dado han sido tristezas."




Un inciso, al menos para dejar constancia del buen hacer de los guionistas en la resolución del asesinato. La trama de la investigación del caso, a pesar de su complejidad y tratar un tema tan de actualidad como la falta de conciencia de los hombres de las finanzas y su ansía por ganar y ganar sin tener en cuenta ni ley ni amistad, no ha recibido ni un solo comentario elogioso, ni por parte de los críticos ni mucho menos de los fans, y lo cierto es que no ha estado tan mal como otras veces. 

Con dificultades, el equipo del Jeffersonian identifica a la víctima como un corredor de bolsa pluriempleado, bróker de día y stripper de noche (tal vez por la necesidad de liberar el estrés y la avaricia del bróker al que todos los bonus se le quedan escasos). Y mientras el equipo trabaja tienen lugar dos de las escenas divertidas.



Una cuando Brennan explica que las mujeres se han desnudado desde siempre, pero que hasta los años setenta no se han sentido lo sufientemente fuertes para disfrutar públicamente de la desnudez del hombre. Cam sarcástica le pregunta: ¿Desde cuándo el fortalecimiento de la mujer consistió en llenar de billetes los calzoncillos de un hombre. Y entonces Brennan, literal como siempre le contesta. Desde los años setenta, ya lo he dicho, deberías prestar más atención. 

Y otra cuando el Doctor Hodgins le dice a Angela ,“Esos chicos, por los strippers, no pueden ganarle a tu marido", y metiendo tripa inicia un estriptis, la aparición de Cam y el fundido de cámara nos lo robaron. En fin…



La investigación lleva a Booth y a Brennan a una despedida de soltera, dónde las “chicas”, entusiastas lo toman por otro stripper y consiguen bajarle los pantalones ante la mirada divertida de Brennan. Por cierto que no estaban mal los boxer. Los sospechosos se multiplican, por las diferentes pistas que en el laboratorio van encontrando, el jefe estafador, la novia neurótica y engañada, el marido cornudo, y el amigo y compañero de trabajo, el stripper disfrazado de policía, celoso, engañado y estafado. Un buen hombre la víctima. Al final descubren al asesino, claro, y por supuesto, no se arrepiente de haberlo matado.




Y por primera vez, y sin que sirva de precedentes en Bones, es Brennan quien le explica a Booth como son de verdad las cosas. Recordándole lo mucho que le costó a ella perdonar el abandono de su padre y cómo fue Booth quien le dijo que debía perdonarle, porque los padres tienen secretos. Una hermosa conversación en la que le hace ver que él es un buen hombre, que si está rodeado de crueldad y muerte sólo es porque intenta detenerlas y que debe perdonar porque lo único valioso de su religión “mito” (lo llama), lo que le ha hecho seguir viva después de tantos siglos es la redención y el perdón. 


Sólo queda hablar de amor y bodas. En este episodio, más que en ningún otro desde que están juntos, le ha demostrado Brennan a Booth el amor que siente por él. Primero aceptando sus silencios, comprendiendo su dolor, luego ayudándole a encontrar la fuerza para hacer lo que debía hacer, perdonar.

Y sí, por fin, sonaron campanas de boda en Bones. Y Booth lleva a su madre al altar y Brennan… Brennan recoge el ramo de la novia lanzado al azar.







Post-Post (mi agradecimiento a quienes han colgado en google las imágenes que he utilizado. Unas son promocionales de la Fox, pero otras, sobre todo las de tumblr, pertenecen a fans como Wellsbones, de otras desconozco el nombre, el crédito es de ellas, no mío)


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